Argumento
Con la llegada de Susan y Meg al barrio, David descubrirá la verdadera naturaleza de sus vecinos y amigos, los Chandler, quienes estarán al cuidado de las dos hermanas. Pero también deberá enfrentarse con su yo más primitivo y más aterrador.
Personajes
La chica de al lado nos pone en la piel de David, protagonista de la historia y narrador de la misma. La novela comienza con la voz de David siendo adulto, mostrando un arrepentimiento aún latente por lo que ocurrió en el verano de 1965. La herida sigue latiendo en el personaje, y no tardaremos en averiguar el porqué.
David comienza a introducir la novela en un tono casi infantil, ya que es poco más que un niño de un niño de 11 años cuando ocurrieron los hechos en los que estuvo implicado. Precisamente por eso percibimos una inocencia inicial, que poco a poco se irá contaminando por la influencia de los hechos que percibe. El personaje será nuestros ojos y oídos, y a través de él conoceremos al resto de personajes. David es un chico empático, atento y en desacuerdo con Ruth y sus métodos. Sin embargo, el hecho de ser un niño y Ruth adulta le hace jugar en desventaja, lo que unido a la presión de grupo que hacen el resto de chicos y la atracción hacia Meg, le hacen tomar un papel pasivo de mero observador durante casi toda la novela. El desarrollo del personaje es prodigioso, percibiendo reacciones a lo que ocurre. Ketchum cuenta la historia sin descripciones, valiéndose de las acciones y reacciones de su narrador para mostrar la trama principal. David evolucionará, acumulando sentimientos hacia lo que presencia hasta explotar al final de la novela.
Ruth es el eje sobre el que gira la trama de La chica de al lado. En ella encontraremos la principal figura antagonista de la novela. Ruth es la viuda que vive al lado de David, teniendo a su cargo a sus tres hijos. Ruth se presenta en la novela como un personaje que gusta a los niños, como el adulto permisivo que ofrece cigarrillos y alguna que otra cerveza de estraperlo y a escondidas a los pequeños. Esto hace que la perciban como alguien increíble, tan diferente al resto de madres que todos los niños le tienen un gran aprecio. Al poco de comenzar la novela. Meg y Susan llegarán a su casa, lo que provoca un cambio en el personaje y la irá volviendo cada vez más oscura. Ruth es el personaje que evoluciona y cambia más deprisa, adaptándose a la nueva situación. De nuevo, Ketchum se vale de las acciones que realiza el personaje para mostrarnos su carácter y su evolución. Todo lo que sabremos de ella será a través de lo que David vea y escuche. Ruth acaba ganando cada vez más peso en la trama, convirtiéndose en el motor de la historia y sin la cual, la novela no tendría sentido. El nivel de desarrollo que consigue Jack Ketchum en este personaje es de auténtico maestro, otorgando a Ruth un nivel de desarrollo tal que la sola presencia de Ruth en la escena conseguirá inquietarnos.
Meg es la mártir de la historia. Después de un accidente fatal, tanto ella como su hermana Susan quedan huérfanas. Al ser menores de edad, su custodia pasa a quedar en manos de Ruth, su tía. Meg es algo mayor que el resto de chicos del barrio, lo que provoca ser el objeto de fantasías y miradas de todo los preadolescentes. David percibe que nada más llegar al vecindario, Meg tiene una conducta totalmente contraria al resto de niños cada vez que Ruth aparece: odiándola. Poco a poco, David irá comprendiendo que aquello que dice Meg es cierto, convirtiéndose la chica en el foco al que Ruth dirige toda su ira y torturas.A pesar de no tener apenas diálogos, también cuenta con una voz característica y será un personaje fundamental para el desarrollo de la trama. El personaje de Meg está basado en Sylvia Likens, la adolescente que fue torturada y asesinada en el año 1965 en Indianápolis por su vecina. Ruth consigue manipular a los chicos para que perciban a Meg como la verdadera amenaza. Incluso David en varios puntos de la novela dudará de si lo que Ruth le está haciendo a Meg tiene cierto fundamento, de si la chica no se lo habrá ganado. Ketchum se vale de este personaje para sacarle los colores a su protagonista y a sus lectores. En más de una ocasión acudirán al grotesco espectáculo de torturas con repulsión, pero también con cierto morbo. La evolución del personaje es coherente a su propuesta, y a pesar de contar con pocas líneas veremos la resignación en la que se refugia la chica como la única estrategia de supervivencia.
El resto de chicos del barrio comprende una batería de personajes secundarios a través de los cuales comprobamos hasta qué punto Ruth es capaz de manipular a los chicos que tiene a su cargo.Gracias a estos personajes entre los que se incluye Susan, veremos el poder que la villana tiene, que no duda en usar a sus propios hijos para materializar todo tipo de torturas hacia Meg.
Todos los personajes evolucionan de manera coherente. Junto con el narrador y protagonista de la historia, David, destaca el personaje de Ruth. La villana consigue generar repulsión y asco a partes iguales. El hecho de estar basada en hechos reales tiñe la historia de una atmósfera aún más tétrica, pues el hecho de que todo lo que ocurre en la novela sea el testimonio le haya podido pasar a alguien nos hace empatizar aún más con el personaje que sufre los tormentos de Ruth.
Técnica
Relato en tiempo pasado, con tono directo y narrador en primera persona. Ketchum nos pone en la piel de David, un niño del barrio en el que tiene lugar la acción narrativa. A través de él viviremos toda la trama principal, lo que supone el gran acierto de la novela. La novela comienza en tono infantil, con David persiguiendo renacuajos en el río. Poco a poco se van mostrando los demás personajes, hasta que llega Ruth: la principal figura antagonista del relato. A pesar de la brutalidad de la historia que se avecina y de las leyendas sobre las historias del autor, Ketchum hilvana una prosa ligera y con gran ritmo. Los personajes cuentan con una voz bien diferenciada y característica, permitiendo distinguir nada más comenzar los diálogos si habla uno de los niños más jóvenes, de los más mayores o un adulto. El autor dispone el desarrollo narrativo de manera muy paulatina, y cuando llega el primer momento de horror ya es imposible dejar de leer. Ketchum atrapa, te impide apartar la vista, haciéndonos sentir lo mismo que su protagonista: siendo conscientes de que lo que está ocurriendo está mal, pero sigue mirando con cierto morbo.
El rey del splatterpunk (una variante del terror caracterizada por la brutalidad de sus escenas) desarrolla una novela de manera paciente, volviéndose más y más cruenta a medida que pasamos páginas. No hay esperanza ni redención posible, ni para el lector ni para sus personajes. La novela crea incomodidad y náuseas, y entre todos los personajes junto con el lector a través de David aportaremos al sufrimiento de Meg. Tanto es así que la novela comienza con un testimonio de David de adulto, arrepintiéndose y sintiéndose aún culpable antes de relatarnos los hechos. A pesar de todo lo anterior, Ketchum se limita a contar los hechos mediante acciones, sin descripción alguna que pueda entorpecer la lectura. La novela tiene un gran ritmo, pero deja una sensación extraña en el lector: que se enfrenta a la lectura como quien acude a un desagradable espectáculo de horror.
Esa es la sensación con la que acabamos La chica de al lado, una novela que está lejos de ser indiferente, pero no apta para los estómagos más sensibles o aprensivos y con la que dudaremos hasta el punto y final de si en realidad hemos disfrutado.
A destacar
La capacidad de meternos en la novela poco a poco. Ketchum se toma su tiempo para introducir la primera escena de terror al uso, la primera vez que Ruth tortura a Meg. Muchos comenzamos a leer la novela sabiendo que es un caso real, buscando el contenido gore para ver si es cierto lo que cuentan de la novela. A pesar de ello, el autor se toma su tiempo, desarrollando todo el entorno narrativo y llevándolo hasta el punto necesario para generar curiosidad en el lector. A pesar de esto, la espera merece la pena y supera las expectativas, pues el espectáculo que presenciamos toma una dimensión personal en cada lector. Cada lector empatizará de una manera diferente con Meg, y desarrollará unos sentimientos hacia David por su papel en la trama.
El desarrollo de los personajes llega a niveles de maestro. Para que este tipo de historias, funcione, es necesaria una prosa que no peque de recrearse en la crueldad de las escenas. De lo contrario, perdería más lectores por el camino. Este es uno de los secretos de la novela, ya que Ketchum consigue hacer avanzar la historia a través de lo que generan en David las torturas de Ruth, además de los sentimientos que la propia Meg despiertan en él. Ese cóctel de preadolescencia, desconocimiento y terror cotidiano es lo que consigue tener al lector pegado al relato hasta el final.
La chica de al lado cuenta con una de las villanas más potentes y sin la cual la novela no tendría sentido. Toda la novela pivota alrededor del personaje de Ruth, que se abre paso poco a poco en la trama hasta ser la protagonista indiscutible. El personaje se va haciendo más y más grande hasta que acaba colapsando la novela, haciendo gala de su capacidad para manipular a los niños y desarrollar su plan contra Meg.
El poso que queda al terminar la novela: Ketchum juega con los sentimientos y la empatía del lector y del personaje protagonista, dándonos un balón de oxígeno sólo cuando es estrictamente necesario.
La credibilidad de la historia es un punto que no puede quedar sin destacar. Ketchum relata unos hechos que ocurrieron en Indianápolis, en el verano de 1950. El caso de Sylvia Likens supuso un shock para el país, y Ketchum consigue transmitirnos el terror de la víctima y la crueldad de su torturadora.
Sin embargo, el punto más interesante que tiene La chica de al lado es la capacidad que tiene el personaje de Ruth de influenciar y manipular al resto de personajes, sobre todo a David. Ketchum se vale de un grupo de preadolescentes para mostrarnos, entre otras cosas, la dificultad de esa edad en la que los chicos no son adultos ni tampoco niños.
La figura de Ruth como villana es una de las propuestas más interesantes de la literatura del terror. En cierta manera nos recordará a Annie Wilkes (Misery, Stephen King), ya que ambas parecen tener la misma construcción e incapacidad de empatizar con lo que ocurre a su alrededor. Ruth tiene un ideal en la cabeza, y a pesar de todo lo que le haga a Meg, ella piensa que está realizando el bien. Este tipo de villanos son los más interesantes. A pesar de que ambas son químicamente puras en cuanto a maldad y son malvadas de inicio a fin, las dos tienen una motivación. Tanto Annie como Ruth creen que están haciendo el bien y se comportan acorde a la propuesta inicial de su personaje. Esto hace que empaticemos con ellas, comprendiéndolas hasta en lo más desagradable que piensen o pongan en práctica.
Disgustos
Como maestro del splatterpunk, Jack Ketchum reúne todas las características del subgénero de manera maestra. Esto es precisamente lo que puede chirriarnos en la novela: para leer La chica de al lado hay que ser muy consciente del viaje que vamos a emprender. El splatterpunk es una variante del terror que gana fuerza a través de la brutalidad y crudeza de sus escenas. La novela genera repulsión y morbo al ponernos en la piel de la víctima en lugar de en su protagonista. En este caso, David será un testigo más, que apenas reacciona ante las acciones de Ruth. Si eres alguien muy susceptible o aprensiva, tanto La chica de al lado como el propio subgénero del splatterpunk no son algo que recomendaría. Esta variante del terror tiene su público, y como tal no es apta para todos los públicos.
Valoración
La chica de al lado es una novela que narra a modo de crónica la espiral de violencia que tuvo lugar en Indianápolis. Sylvia Likens supuso un antes y un después, y cuyo asesinato conmocionó a todo el país. Uno de los mayores atractivos que tiene la novela es que supera sus expectativas a cada página. El lector no llega a La chica de al lado de casualidad, pues el autor tiene un hueco en la historia del género del terror por la brutalidad de sus historias. La narrativa que Jack Ketchum sorprende, y todo lo malo que creas que pueda pasar llega a ser bastante peor de lo que te habías imaginado.
Este es precisamente el punto más interesante de la novela: la manipulación psicológica a la que se ven sometidos sus personajes, sobre todo el protagonista. El autor narra los hechos sin recrearse en la crudeza de lo que ocurre, sirviéndose de lo que percibimos a través de David.
La chica de al lado nos deja la pregunta en el aire de si hemos disfrutado de la novela. El splatterpunk tiene su público, y como tal no es apto para estómagos sensibles y aprensivos.
Si te gustó Misery, de Stephen King, en esta novela encontrarás su versión aumentada. Lejos de querer comparar a las que me parecen las dos villanas más interesantes del terror, la diferencia fundamental entre Annie Wilkes y Ruth Chandler es la cadencia con la que torturan a sus víctimas. Mientras Annie espacia más los tormentos contra Paul Sheldon, Ruth lleva a cabo su plan de manera continua y sin darnos un respiro.
Si eres fan del terror y disfrutas con las historias más crudas, crueles y sangrientas, o si quieres conocer a una villana similar a Annie Wilkes, en la chica de al lado encontrarás mucho más de lo que habías imaginado.