martes, 12 de mayo de 2020

El guardián invisible - Dolores Redondo

Argumento 

«Ainhoa Elizasu fue la segunda víctima del basajaun, aunque entonces la prensa todavía no lo llamaba así. Fue un poco más tarde cuando trascendió que alrededor de los cadáveres aparecían pelos de animal, restos de piel y rastros dudosamente humanos, unidos a una especie de fúnebre ceremonia de purificación. Una fuerza maligna, telúrica y ancestral parecía haber marcado los cuerpos de aquellas casi niñas con la ropa rasgada, el vello púbico rasurado y las manos dispuestas en actitud virginal.» 

En los márgenes del río Baztán, en el valle de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en unas circunstancias que lo ponen en relación con un asesinato ocurrido en los alrededores un mes atrás. La inspectora de la sección de homicidios de la Policía Foral, Amaia Salazar, será la encargada de dirigir una investigación que la llevará devuelta a Elizondo, una pequeña población de donde es originaria y de la que ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las cada vez más complicadas derivaciones del caso y con sus propios fantasmas familiares, la investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un asesino que puede mostrar el rostro más aterrador de una realidad brutal.

 

Personajes

  • Amaia Salazar es la inspectora de policía a la que por cercanía le asignan el caso. Los asesinatos tienen lugar en Elizondo, un pueblo en el valle del Baztán, en Navarra. Protagonista absoluta novela, llevará el peso de la trama, haciendo que esta avance en función de su estado de ánimo. Amaia tiene una voluntad decidida: la personalidad fuerte de alguien que se ha hecho a sí misma a raíz de un de traumas infantiles con su madre, una infancia difícil y  un deseo irrefrenable: escapar del pueblo. Eso le lleva a irse a estudiar fuera y a hacerse policía. Sin embargo, Esos mismos traumas infantiles, junto con un deseo frustrado de ser madre, provocan en varias tramas de la novela que el personaje sufra, dándole credibilidad y haciendo que empaticemos con ella. Amaia es inspectora, es dura cuando debe serlo, pero también deja ver un lado humano y frágil. Nada que ver con protagonistas de otras novelas y cuentos policiacos, en los que podemos personajes que más que de piel parecen estar recubiertos de piedra. Ama a su marido por encima de todas las cosas. Con él se siente feliz y completa, aunque también durante la trama veremos algunos enfrentamientos en la pareja causados por problemas cotidianos derivados de la convivencia. En resumidas cuentas, podemos ver un personaje con mucho trabajo en su construcción y planteamiento.

  • James es el compañero de Amaia. Natural de Estados Unidos, es un escultor famoso que conoce a Amaia durante una de sus exposiciones y de la que acaba enamorado. James es tierno y cálido. Comprende a su mujer, le da espacio cuando lo necesita y se acerca a ella cuando Amaia atraviesa un mal momento. Para las hermanas de Amaia, James es el marido perfecto que ayuda, comprende y escucha a su mujer. A mi gusto, James el termómetro que mide la tensión durante la trama. James sabrá hacer las preguntas adecuadas, haciendo que Amaia nos dé información sobre algunos aspectos importantes del caso que no cuenta en la comisaría, haciendo confesar a la inspectora algunas cuestiones que piensa, y haciendo que desconectemos de la trama principal con momentos cotidianos. James será la muleta sobre la que se apoye Amaia para avanzar en varios puntos del desarrollo argumental.

  • Ros  y Flora son las hermanas de Amaia. Con personalidad contrapuesta: Flora es la hermana fría, trabajadora y calculadora. Se hace cargo del negocio familiar, dándole un lavado de cara y colocándolo en buena posición en el mercado. Como líder del obrador de la familia, Flora es un témpano de hielo con personalidad de mártir. Culpará a todas las demás personas de tragedias personales y familiares. Malhablada, con un humor de perros, decide cargar con todos los males de su alrededor sin que nadie se lo pida, pero dejando ver a sus hermanas y demás familiares que ella es la única que trabaja. Por su parte, Ros es un personaje menos relevante. De personalidad más tranquila, se fue del negocio familiar junto con Amaia porque no soportaba la presión y no quería convivir con su hermana como directora de la empresa. Al contrario que Flora, Ros es frágil y pusilánime. Temerosa de dar cualquier paso, trata de hacer su vida lo más sencilla posible. Junto con Amaia, las tres hermanas formarán un contrapunto divertido que añade matices y credibilidad a la trama principal,  generando varias tramas secundarias que enriquecen a la principal.

  • Víctor y Freddie: son las exparejas de Flora y Ros, respectivamente. Ambos personajes secundarios, si bien se les ve planos en un primer momento, se irán desarrollando poco a poco a medida que pase la novela, y jugarán un papel determinante en varios puntos de la novela, añadiendo situaciones de tensión dada la relación de tensión y tirantez entre sus antiguas parejas.

  • El cuerpo de Policía compone un nutrido grupo de personajes secundarios de transición. Estos permitirán a Amaia pasar de la investigación a casa, y de ésta a la comisaría. Jonan, Montes, el doctor San Martín, etc.. todos tendrán su momento durante la novela, generando tramas secundarias breves o extensas, según el caso, alrededor de la protagonista y de la investigación. 



Técnica

Dolores Redondo dibuja una trama policiaca, cimentando la narrativa principal sobre Elizondo, un pequeño pueblo en el valle del Baztán (Navarra). Junto a la investigación del asesino, descubriremos un gran trasfondo de mitología y costumbres de la zona. Nos perderemos bosques y montañas en el valle, aprenderemos las leyendas del basajaun (un protector del bosque), dioses y costumbres vascas. Todo ello con una escritura ligera y efectiva, consiguiendo que la trama avance al ritmo que impone la inspectora Salazar. La trama principal va adornada con varias secundarias muy creíbles y amenas, además de contar con un gran surtido de personajes carismáticos y cada uno con una función. Redondo hace gala de descripciones certeras, que nos permitirán conocer tanto el pueblo de Elizondo, el valle del río Baztán y la cultura local sin tener sensación de pesadez en ningún momento. Desde luego se nota un gran trabajo de documentación por parte de la autora para una novela que consigue generar un clima de tensión e incertidumbre cuando lo requiere, y una sensación de armonía y comunión con una naturaleza primordial.


A destacar

Junto con el gran trabajo de documentación, la autora propone una escritura precisa que consigue avanzar la trama a buen ritmo, en función de cómo se encuentra su protagonista. Nos meteremos en la piel de Amaia. Viviremos los dramas personales con James y el resto de su familia, veremos hasta qué punto llega la frialdad de Flora y sentiremos terror y angustia cuando recuerde su infancia. 

Por otro lado, las situaciones cotidianas dan credibilidad, y me parecen un punto a destacar en esta novela. Amaia pasa poco rato en la comisaría o en un ambiente puramente policiaco, sin embargo, Redondo consigue hacer avanzar la investigación y el hilo argumental a través de conversaciones cotidianas, encuentros y visitas en el valle, leyendas locales y discusiones la mar de cotidianas. Estas generan credibilidad, y nos hará empatizar con los personajes: comprendiendo el por qué de sus decisiones. Me parece un punto muy acertado, puesto que no genera en ningún momento sensación de estancamiento.

El final de la novela es una bomba que nos explota en la cara: desde la mitad de la novela iremos notando como los pasos de Amaia se encaminan hacia algo, o hacia alguien. Hacia las páginas finales, la sensación de vértigo será espectacular, cambiando los esquemas y la concepción que tenemos de varios personajes y sobre la trama en general. Dolores Redondo logra un final con gran impacto y que consiguen que la novela sea autoconclusiva. Tengo ganas de empezar el siguiente libro de la trilogía, pero si no existiera una trilogía como tal, este libro es una pieza que vale por sí misma y no necesita los otros dos para cobrar sentido. Un gran acierto por parte de la autora.


Disgustos

Dada la gran cantidad de personajes que hay, en algunos momentos me encontré perdido y tuve que pensar quién era o dónde estaba el fulano o la mengana de turno. 

Hacia la mitad de la trama, hay demasiada información: demasiadas tramas abiertas con demasiados personajes interviniendo. Eso hace que te desconectes un poco del hilo narrativo principal. Sin embargo, la autora solventa estos problemas con maestría, solucionando poco a poco las tramas, llevando a los personajes a su destino. La sensación de desconexión apenas dura unas pocas páginas, y poco a poco te vuelves a enganchar.



Valoración personal:  8/10

El guardián invisible es la primera novela de la trilogía del Baztán. Una novela oscura, que ahoga cuando debe y nos deja respirar  lo justo para que sigamos los pasos de la inspectora Salazar en la investigación del caso basajaun. Unos personajes con carisma, una trama principal envuelta con un gran número de hilos argumentales secundarios harán las delicias del lector. Se aprecia un gran trabajo de documentación, agradeciendo una narrativa rica en detalles, nutrida de leyendas y folklore vasco. La trama avanzará permitiéndonos conocer a cada uno de sus personajes en el grado que se requiere, empatizando con ellos y viviendo situaciones que generan credibilidad en la novela, cohesionando la trama principal y añadiendo desviaciones mediante tramas secundarias ricas en detalle. Esto permitirá al lector mirar hacia otro lado sin sensación de que el hilo narrativo principal se estanque.

Un final de vértigo corona un libro en el que se ve a una escritora con talento y oficio haciendo su trabajo con maestría. 

Sin lugar a dudas muy recomendable.

lunes, 4 de mayo de 2020

Testigo sin voz

“¿Amor? Vamos, la gente no quiere amor. La gente quiere triunfar, y una de las cosas en las que puede hacerlo es en el amor”. 
Charles Bukowski.


Es una noche cualquiera. Un viernes cualquiera de un abril cualquiera. No es una historia nueva: al principio no es una hostia. Ni siquiera un empujón. Pero, poco a poco, todo cambia: él se va poniendo gordo, más grande. Ella, más flaca a medida que pasan los días. Él con rojo en las mejillas, vigoroso. Ella vaciando sus ojos de luz, apenas una caricatura de sí misma. Él: poderoso. Ella: derrotada.
Aunque él lo niegue, tenía miedo. Una clase de miedo muy especial: ese miedo que primero paraliza y encoge el alma. Luego ese miedo da paso a la demencia, y de ahí se pasa a la acción. Así que, por mucho que le estuviera reventando la cara a golpes, estaba muerto de miedo. Extasiado por la locura y por la ira del momento, pero muerto de miedo. Ella también lo sabía. Que no era él quien le pegaba, no. Cómo podía estar pegándole su marido. Su Miguel, el hombre del que se enamoró. El padre de sus dos hijos. Él no podía ser. Es otra persona, se decía entre golpe y golpe. Y, si es él, debe estar muerto de miedo, pensaba en la retahíla de patadas. También ella tenía miedo.
También el miedo actúa como motor: aquella noche en que Violeta echa a correr de madrugada en busca de ayuda. Baja las escaleras, destartalada. Un portazo y ojos que se abren. Una persecución por la calle y un coche de policía a lo lejos. Apenas ve bien por un ojo, el moretón le estorba al mirar. El coche de policía está vacío. Violeta grita. Una mano de Miguel sobre su boca. La otra le tira del pelo. Un derribo, un puño y ella pierde el conocimiento. Hora de quedarse en casa, dice Miguel.
Ves todo desde la puerta de casa: Violeta en los brazos de Miguel, inconsciente y con un hilillo de sangre en la ceja. Él como un justiciero de película de serie B: camiseta de pijama, calzoncillos de tela y descalzo. Se detiene antes de entrar. Ella: un reo en los brazos del verdugo. Una mirada que barre la calle de lado a lado. Sonríe. Besa a Violeta y entra en casa, cerrando con suavidad. Los niños duermen.
Tú lo sabías, claro que lo sabías. Porque tú lo sabes todo en esa casa. Ves y oyes, pero callas. Porque el destino ha tenido la desfachatez y la puntería de no darte voz. Tú sabías todo: que sí era Miguel quien pegaba a Violeta. Sí era Miguel quien llegaba a casa borracho y oliendo a otras personas, a otras casas. Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que también sabías que se querían. Que se querían de verdad, quieres decir, pero sabes que la envidia le convirtió en un monstruo: nunca soportó que a ella le fuera bien en el trabajo y él tuviera que quedarse en casa.
Sabes que los niños no saben nada. Sabes que se limitan a cerrar los ojos con fuerza, como queriendo aplastar con la oscuridad de detrás de sus párpados lo que han visto una vez más. Sabes que Blanca le ha enseñado a Pablo a taparse los oídos: así, apriétate muy fuerte, le dice. Y sabes que detrás de esa intención hay una hermana mayor preocupándose por su hermano pequeño. Sabes que ellos no saben más que lo que ven y oyen día sí y día también. Esto es algo normal, les dice su padre: mamá ha sido mala, pero vosotros no podéis hablar de esto con nadie. Ellos asienten. A ti no te dicen nada. Porque dicen que no sabes nada, y por eso no puedes decir nada. Eso creen. Claro, cómo ibas a poder decir algo. Sólo eres el perro.

Mandíbula - Mónica Ojeda

Argumento Fernanda Montero, una adolescente fanática del horror y de las creepypastas (historias de terror que circulan por inte...